Solucions tasques 8 juny


Un regalo muy original

1. Una señal de STOP.
2. Igual al de las calles.
3. Para que los conductores paren sus vehículos.
4. No es cierto, es octogonal.
5. Respuesta libre.
6. Respuesta libre.
7. Respuesta libre.
8. El niño se sintió sorprendido.
9. La tía habló con personas que conocía y que tienen poder.
10. Respuesta libre.


L Castellana

Me llamo David. Soy hijo único. Tengo un apellido impronunciable y una mascota de sangre caliente: un hámster […]. El apellido “que nadie dice bien a la primera” me lo dio papá; el hámster, mi tío Alberto, con una jaula que tiene de todo, incluso una rueda metálica que gira y gira. […]

Roberto es mi mejor amigo. Cuando digo mi mejor amigo, quiero decir que me gustaría que fuese mi hermano, por lo menos los fines de semana.

Es un palmo más alto que yo. Toda su familia es del norte del país y eso se nota. Él también es del norte, pero trasladaron a su padre a trabajar aquí y ya se mudaron todos. A su padre todavía se le nota el acento cuando habla, a su madre no. Hay fines de semana que se marchan a ver a sus abuelos. El curso pasado me invitaron a ir con ellos, pero, lo que son las cosas, me puse con fiebre y ya no pude ir.

Si me preguntaseis qué es lo que más me gusta de Roberto, os contestaría que es muy buena persona. Siempre está cuando lo necesito, y son muchas las veces que me obsequia con algún chicle de melón o con alguna nube. Otra cosa que me agrada de él es que sepa cosas que otros no saben. Por ejemplo, Roberto sabe que las víboras no parpadean, o que los ungulados son los mamíferos terrestres más altos y pesados.

- Las jirafas macho pueden alcanzar más de cinco metros de altura - me dijo un día muy serio.

- ¿Y se suben a una escalera? – le pregunté.

Roberto no me contestó. Mi amigo es de pocas palabras. Es como si tuviera un cupo. Como si no pudiese emplear más de trescientas palabras al día. Ni una más. A sus padres no les agrada que sea así de reservado, pero cada uno es como es. Yo creo que es de personas inteligentes hablar lo justo.

El que sí habla es el loro que tiene en su casa. Se llama Plinio el Viejo. El nombre se lo puso su padre y es que se ve que hubo un escritor muy listo en la Antigüedad que se llamaba así. Imagino que se llamaba así cuando ya era mayor, de joven lo llamarían Plinio el Joven, digo.


 Los loros no saben nadar, de Daniel Nesquens. Adaptación.

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